El Altiplano Boliviano

En el altiplano conocí una mirada que nunca había visto antes. Una mirada de miles de años de antiguedad, perdida en la profundidad insondable del desierto, cargada del viento que desciende desde los Andes. Conocí una tierra tan cercana y lejana a la vez, surcada de cicatrices, incrustadada en el seno de nuestra américa del sur, de horizontes lejanos, donde los elementos son poderosos y omnipresentes. Mi cámara se llenó de sal, arena y piedras, de minerales, de líquenes y lana, del frío del altiplano, del deseo de volver.

En 2009, me puse la mochila al hombro, cargué una docena de rollos de Kodak Tri-X de 35mm, un par de cámaras, y me lancé a un intenso viaje de varias semanas por el altiplano boliviano. Allí pude conocer la vastedad de las montañas y desiertos andinos, y conocí un poco del pueblo boliviano, gente curtida con tradiciones milenarias, que vive en íntimo contacto con los elementos, bajo un cielo enorme, de un profundo azul cobalto.

El viaje me llevó desde La Quiaca, en Argentina, hasta Coroico en Los Yungas (selva boliviana), pasando por el desierto de Siloli, el salar de Uyuni, Potosí (la segunda ciudad más alta del mundo), Sucre, La Paz, y el Lago Titicaca.

Publicado en SteveHuffPhoto.com

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